El que es desde esta semana comisario europeo de Justicia, el belga Didier Reynders, se encuentra ahora bajo la luz de las autoridades políticas y judiciales de su país. El ex Ministro de Asuntos Exteriores y veterano político belga fue interrogado este martes por la policía de Bruselas en relación con un supuesto caso de blanqueo de dinero mediante billetes de lotería, un sistema que ahora es un peso pesado de la política belga muy conocido: también el Ministro belga de Finanzas, retenido desde hace varios años por la Lotería Nacional.
Siga los promedios belgas La noche Sí sigue el dineroLa política se ha llevado a cabo este martes registrando la vida de Bruselas y sus mayores de Reynders, a quien como comisario de Justicia se le encomendaban las cuestiones clave en materia del Estado de derecho en la UE.
El belga, que llegó a pedir, en un insólito papel, explicaciones al Gobierno español sobre la ley de amnistía cuando ningún demandante tenía oponentes a la propuesta, actuó también como árbitro entre el PSOE y el PP para bloquear la renovación del bloqueo de el consejo general de Poder Judicial (CGPJ), tal como solicitaron los conservadores españoles. El ex comisario que llevó su tarjeta al irlandés Michael McGrath es Domingo, quien también declaró durante muchas horas ante la policía que se encontraba en estado de guerra, aunque no fue acusado en ese momento.
El político belga sospecha, de acuerdo con estos mediocres, que citan fuentes cercanas a la investigación, de haber blanqueado dinero durante años a través del sistema de la Lotería Nacional, del que fue responsable entre 2007 y 2011.
Según trascendió, la operación consistió en la primera compra de billetes electrónicos (de entre 1 y 100 euros) que podrán ser transferidos a una cuenta de la Lotería Nacional. Desde esta cuenta, Reynders participaba en juegos de lotería y transfería los ingredientes obtenidos «ya blanqueados» a su cuenta privada. La oficina del fiscal general de Bruselas confirmó una La noche Sí sigue el dinero la existencia de una investigación sobre el dinero blanco, pero no necesito más detalles, informan estos medios.
Los primeros casos sospechosos derivaron en una denuncia de la Célula de Procesamiento de Información Financiera (CTIF) y de la propia Lotería Nacional. Los hechos se extienden, presumiblemente, por varios años, desde la época de Reynders como ministro federal belga ―aunque no se hubiera tocado la lotería― y hasta «al menos» el año pasado, cuando ya había superado ampliamente a Ecuador desde su mandato como Comisario europeo, destaca La noche.
La búsqueda fue abierta, con la máxima discreción (de acuerdo con las publicaciones mencionadas, sólo se encontraban un puñado de investigadores). La implementación política se produjo al final del último mandato de Reynders, como comisario, ya que hasta entonces obtuvo inmunidad y actuó en su contra, debería haberlo notificado primero al Colegio de Comisarios, presidido por Ursula von der Leyen y el hecho de que Bélgica todavía era miembro. Aunque no tengan ningún peso político, hoy gozan de cierta protección: si el juego de la investigación los detuviera o llevara el caso a un segundo plano, el Parlamento belga tendría que aprovechar su inmunidad.
Reynders, de 66 años, es una figura muy conocida en la política belga desde hace décadas. En 1992 fue elegido por primera vez y entre 1999 y 2019 ocupó varios cargos ministeriales. Durante estos años, el político liberal se ha sentido repetidamente acusado de corrupción y de aceptar sobornos, aunque nunca lo ha demostrado. Algo que fuera digno del apodo de “Teflón Didier”, recuerdo sigue el dinero. Cuando el Gobierno belga decidió apostatar por la «hasta la semana pasada ministra de Exteriores» Hadja Lahbib, como nueva comisaria; Reynders expresó su entusiasmo en la prensa belga. Este caso podría suponer un paquete definitivo para su carrera política, tanto nacional como internacional.
La investigación sobre Reynders concluyó casi dos años después de otro caso de corrupción sagrado para las instituciones europeas: el Qatargatesobre supuestos sobornos eurodiputados y antiguos legisladores europeos por partidos como Catar o Marruecos para que influyan en políticas favorables a sus intereses. El caso, ocurrido con la detención de la entonces vicepresidenta de la Eurocámara, Eva Kaili, hoy no entró en fase de jugo.