El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta y candidata presidencial, Kamala Harris, hablaron por teléfono con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras confirmar la Casa Blanca. Anteriormente, muchas acusaciones habían indicado que la conversación se centraría en los aviones israelíes que respondieron al ataque con misiles iraníes de la semana pasada. Mientras tanto, Oriente Próximo contiene lo ajeno por lo que puede ocurrir con esa representación y sus consecuencias.
La conversación telefónica, en la que también participó el jefe de la diplomacia del Estado, Antony Blinken, duró unos 30 minutos, según informó la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. El portavoz describióo la charla como “directa” y “productiva”, sin querer entrar en el contexto más que decidir que abordaban “una serie de supuestos”. Tras hablar con los líderes de los dos países, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, respondió con una dura respuesta a la ofensiva iraní de una semana de duración, que afectó a varias bases militares pero sólo causó una muerte, una palestina en Cisjordania. «A diferencia del ataque iraní, el nuestro será letal y sorprendente», afirmó Gallant, según un comunicado difundido por la televisión pública. El jefe de Defensa había cancelado su visita prevista a Washington: estos miles. Según los lugareños, es su propio primer ministro quien ha frenado este cambio.
A mediados de abril, Irán lanzó alrededor de 300 proyectiles y drones contra Israel. En aquella ocasión, a diferencia del ataque que duró una semana, no afectó la infraestructura militar ni causó víctimas mortales. El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, viajó a Arabia Saudita y Qatar, junto con otros actores regionales que lograron el ascenso regional. Teherán ya ha advertido que responderá a un hipotético ataque israelí. Las reuniones en estos dos países abordarán «la unidad y la cooperación regional para garantizar la paz en Oriente Próximo, el alto nivel de fuego en el Líbano y Gaza, así como cuestiones bilaterales», según detalló una fuente oficial iraní a la agencia Reuters.
La conversación de estos miércoles fue la primera vez en semanas que Biden y Netanyahu hablaron directamente. La última ocasión fue en agosto, antes de que se disiparan las tensiones entre Israel, Hezbolá e Irán, patrocinador de esta milicia radical libanesa. La relación entre los líderes de EE UU e Israel se ha deteriorado a lo largo del año de guerra en Gaza, mientras Netanyahu ha seguido las recomendaciones de moderación de Washington, como Biden con motivo de su mandato pidió una repetición. Recurrió a una gran fuerza militar para contener su ataque: la retirada de la ayuda militar fue común, hasta que Israel fue incapaz de continuar su ofensiva.
Antes de la llamada a tres bandas, Netanyahu se reunió en Jerusalén con un grupo de asociaciones judiciales estatales, donde representaron la insistencia en el mensaje de que el enemigo global es Teherán y que Israel es quien construye el muro del conflicto. “En este momento sólo hay una fuerza en el mundo que lucha contra Irán. Sólo hay una fuerza en el mundo que se interpone en el camino de la conquista de Irán. Sí, esta fuerza es Israel. Si no luchamos, morimos. Pero no es sólo nuestro juego, es el juego del mundo libre, y yo digo que es el juego del mundo civilizado», informó el mandatario, tras un comunicado desde su sede.
“Cientos o millas de misiles”
Un alto mando de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán ha asegurado que el régimen está en la lista para eliminar operaciones de mucho mayor compromiso que la semana pasada si es necesario responder en Israel, informa Cadencia Cátara Al Jazeera. “Consigamos 200 horas [la semana pasada]Ahora estamos listos para impactar cientos de kilómetros de misiles en sus territorios ocupados y alcanzar sus centros de seguridad, militares y económicos”, señaló Ebrahim Jabbari, asesor del jefe de la Guardia Revolucionaria.
Israel prometió un golpe devastador contra Irán después de que este país lanzara el pasado 1 de octubre cerca de 180 misiles en respuesta a la invasión israelí del Líbano y al culo del líder de la milicia libanesa Hezbolá, Hasan Nasralá. El ataque iraní no dejó israelíes muertos, a pesar de que en Cisjordania había Palestina ocupada, pero sí daños en dos bases aéreas. La perspectiva de una importante represalia israelí sigue vigente en la región, por delante de los temores de que la crisis pueda convertirse en una guerra total que involucre a Teherán y Washington. Irán ha prometido responder a cualquier agresión israelí.
La Casa Blanca, que asegura que no recibió el aviso previo de los aviones israelíes de atención contra Nasralá, quiere asegurar en la llamada con Netanyahu que los aviones del Gobierno son los adecuados.
La semana pasada, Biden lanzó un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, un paso con consecuencias imposibles y técnicamente muy complejas sin la cooperación estatal. Al principio pareció señalar que se trataba de bombas provenientes de la infraestructura petrolera del régimen islámico y declaró: “Estamos hablando de esto”. Al día siguiente, y después de que su comentario hiciera desaparecer el precio del petróleo, el líder de EE UU escribió que recomendaba a Israel plantar otros objetos que no sean pozos de crudo iraní. También indiqué que hasta ese momento Israel no había decidido cuál sería su respuesta precisa.
A mediados de abril, Irán lanzó alrededor de 300 proyectiles y drones contra Israel. La reacción israelí, por tanto, fue media y puntual para evitar una escalada que, en la zona actual y según palabras de Galán, parece más cercana.
En la convocatoria de estos miércoles, los dirigentes también tuvieron que abordar la guerra en Gaza y la situación en el territorio del Líbano después de que Israel lanzara esta semana una invasión «limitada» contra Hezbolá. Sólo en los últimos días las muertes en ese país han aumentado en más de 2.000 y los desplazamientos en más de un millón.
Tanto Irán como Estados Unidos están interesados en una guerra en Oriente Próximo, en momentos complicados para ambos. Teherán no quiere hundirse en un conflicto sin perspectivas de victoria cuando tiene en el horizonte la sucesión de su líder espiritual, Ali Jameneí, de 85 años, y se enfrenta a un grave descontento interno. Washington está cumpliendo de lleno con un proyecto de ley electoral y no tiene ganas de ampliar su presencia militar en una región donde, durante mucho tiempo, en los primeros tres años del mandato de Biden, lo que intentó reducir fue, de hecho, reducido al mínimo.
Desde el inicio de la guerra en Gaza, el principal objetivo de la Casa Blanca ha sido evitar que el conflicto se extendiera a otros puntos de la región, pero la apertura del nuevo frente en la frontera con Líbano, el intercambio de disparos entre Israel e Irán y la pulverización de las perspectivas de un alto nivel de incendio en Francia parecen haber reducido estas aspiraciones a cenizas.