Cada día los ciudadanos británicos ignoran o contemplan con apatía a los seis candidatos que están dispuestos a luchar, a partir de este milagro, por el liderazgo de los representantes del Partido Conservador del Reino Unido. Los grupos marchan durante la jornada de organización. Más en común, Eso El trabajo realizado para identificar las causas y reducir la polarización política reveló que el 36% de los consultados no tiene idea de lo que cada uno de los contendientes tiene para ofrecer. Y el 34% de ellos cree directamente que nadie es capaz de ganar una votación. Ante este panorama, la acogida común de todos los aspirantes está aumentando las dosis de conservadurismo, tolerando el discurso antiinmigración y reduciendo el tamaño del Estado.
“Uno de nuestros principales errores fue tener un discurso de derechas pero hacer políticas populares [en el Gobierno]. Somos como conservadores, pero somos activos como trabajadores”, afirmó su seguidor Kemi Badenoch en el discurso sobre quién presentó oficialmente su candidatura a la dirección del Partido.
La exministra de Comercio Internacional, de 44 años, nacida en Londres de madre y padre nigerianos y criada en Lagos y Estados Unidos antes de regresar al Reino Unido, sigue siendo la favorita entre las bases conservadoras. En discusión directa, con quien se ganó la fama de proclamar verdades a puñetazos -al menos, sospechoso verdades—, y los continuos ataques a la sociedad en nombre de “guerras culturales” (identidad de género, movimiento trans, multiculturalismo, etc…) han convertido a Badenoch en un personaje popular en el otro lado del partido.
Licenciado en Ingeniería por la Universidad de Sussex y en Derecho por Birkbeck College, decidió utilizar como bandera la proclamada resolución y efectividad del primer título. “Los políticos fingen que todo es posible y hacen promesas que no se pueden cumplir. Garantizar que podemos aumentar el coste de todos los servicios incluso cuando se reduzcan los importes”, informó Badenoch al Instituto de Ingeniería y Tecnología de Londres. “Planificamos grandes cambios sin planificarlo antes. Los ingenieros, por el contrario, aceptan la realidad. Los ingenieros son honestos. Los ingenieros reconocen que las cosas son posibles. Soy ingeniero”, aseguró entre aplausos.
Los parlamentarios conservadores (141, de los 385 que se sucedieron en la legislatura anterior) han iniciado una serie de votaciones en papel que se prolongarán hasta principios de noviembre, cuando los militantes del partido votarán por uno de los dos candidatos cuestionados en pastel. Durante todo este tiempo, el ex primer ministro Rishi Sunak permanecerá formalmente al frente del conservadores.
Badenoch pidió ceñirse a una lista de principios -responsabilidad personal, ciudadanía, igualdad ante la ley o la verdad, «para tiempos difíciles»- para evitar entrar en detalles sobre propuestas políticas concretas en este punto álgido del país. A la hora de referirse a la inmigración, sin embargo, evitó cualquier sutileza o matiz en su discurso: “Si la gente no quiere que sus cargos se utilicen para mantener a delincuentes extraños en nuestras cárceles, esos delincuentes deben ser expulsados. Si se quiere que los nacionales tengan prioridad en materia de vida, prestaciones sociales o escolarización, así es como hay que ser. Nuestro país no puede ser un dormitorio para quienes vienen a ganar dinero ni un hotel para quienes se quedan en casa”, proclamó.
Sabes lo que estás pasando, es entender lo que vas a pasar por dentro, no te preocupes por nada.
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La ‘resurrección’ de las deportaciones en Ruanda
Además de las promesas de «renovación» o «intercambio» del partido, o de las proclamas de retorno a los «principios conservadores», la batalla entre los aspirantes a la dirección del conservadores deja el centro para flotar en el campo del extremo trasero. En todo asunto de migración, donde uno cae, promete mano más fuerte y firmeza que el contrario.
“Cuando nos acercamos a la inmigración ilegal [sic]Esta defensa es la que él siempre defendió: necesitamos establecer un efecto disuasorio”, defendió el ex ministro de Exteriores y ex ministro del Interior, James Cleverly, que también lanzó su discurso en el cargo de líder conservador este mes. “Como primer ministro”, prometió, “utilizaré mis contactos y mi reputación entre los políticos de Ruanda para revivir esta alianza que era tan importante”.
A sus 54 años, nacido en Reino Unido e hijo de padre británico y madre sierraleonesa, el militar y político formó parte de los precedentes conservadores del Gobierno y respondió al liderazgo de figuras tan polémicas como Boris Johnson o Liz Truss.
Sin embargo, Cleverly está orgulloso de su trabajo al frente de distintos departamentos gubernamentales, y se presenta como el candidato capaz de restaurar la unidad en un partido conservador que hoy sufre profundas fracturas y divisiones.
Las prioridades de Cleverly son simples, pero propicias para que sus 160.000 afiliados las adopten con entusiasmo. conservadores con derecho a voto: reforzar la seguridad nacional —promete subir al 3% el gasto presupuestario en Defensa—, reducir el número de inmigrantes en Reino Unido y “recuperar la confianza en el capitalismo”.
El resto de candidatos prefirieron reservar sus fuerzas o concentrar su estrategia en convocar en pequeñas reuniones, sin grandes actos, y a los imputados quienes pueden decidir si les conceden o no un lugar en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador.
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